Las postraciones abren el corazón
El hombre no puede volar, pero vuela en las postraciones (…) El alma, como un pájaro, se eleva de manera impetuosa y rítmica hacia los cielos durante las postraciones nocturnas y, al ser alentada, alcanza las alturas empíreas. Al bajar, el pájaro planeando cae hacia abajo. Al levantarse, se eleva impetuosamente al cielo.
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Con cada postración se perdona, al menos, un pensamiento pecaminoso. Hojea el libro de tu vida: ¿Cuántos pensamientos malignos aceptaste contra el Padre Celeste, los prójimos y contra ti mismo? ¿Cinco, diez, veinte mil? Tantas postraciones has de hacer. No existe la posibilidad de que las postraciones traigan el mal, lleven a la locura o hagan más pesado el cáliz de los pecados. Incluso si las postraciones se cumplen sin bendición, son útiles. En resumidas cuentas, tan grandes son ante el Altísimo.
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Más postraciones, más fuerza espiritual, las postraciones nos multiplican el fervor y nos fortalecen en el testimonio.
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Elohím no tiene fuerza si las postraciones se hacen con el corazón abierto y el arrepentimiento sincero.
Aprended las postraciones para vencer los pensamientos transitorios, el espíritu del mundo, las pasiones, el egoísmo, la lujuria y el orgullo (…) Haced las postraciones ordenadas por el guía espiritual contra los pecados cometidos, con gratitud y pálpito.
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Con el aumento de la batalla, el paladín está llamado a las hazañas oracionales. Multiplicad vuestras postraciones nocturnas, haced quinientas, mil, mil quinientas y más, y el enemigo se apartará. No tengáis lástima de vuestro cuerpo, barred fuera todos los pensamientos de auto-lástima y tened celo por la salvación del alma.
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Muchos hacen postraciones de manera formal, sin palpitar, con el corazón cerrado. La postración que se realiza en la esfera espiritual es lenta, sin ninguna prisa, magnífica, es la postración de los santo.
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Normalmente se reza con la boca y el corazón, pero en las postraciones todo el ser, desde los pies a la cabeza, participa en la oración.
Las postraciones tienen que convertirse en el segundo aliento. Allá donde estés, haz postraciones. Hay que enamorarse de manera que no puedas vivir sin ellas.
Muchos han caído en una ilusión por dejar la práctica de las postraciones. Sin postraciones ninguno vencerá el sueño, la lujuria, el marasmo, la gula, los ordenadores, los televisores, el espíritu del mundo ni al príncipe de este mundo.
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Las postraciones nos previenen de las enfermedades, de la contaminación del hombre interior y conceden una paz particular. Pero hay que esforzarse en trabajar las postraciones. El enemigo prohíbe hacer esfuerzos. Las postraciones son una cruz.
Del libro de Juan de San Grial “MADRE EUFROSINIA, LA GUÍA PRÁCTICA DEL NUEVO CATARISMO”
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