¡Qué música hay en los campos elíseos, Dios mío!
Se evapora la paranoia, el miedo mortal y el frío.
El almita-peregrina vuela a los mundos de la bienaventuranza,
hoy una tontita superficial, mañana una anciana sabia.
Los 144 castillos simultáneamente están sonando.
Como reptiles del zoo, los miedos rastreros se escapan reptando.
Con la música, se vence el infierno de pensamientos y fantasmas.
Los homo sapiens, ya se sabe, son hábiles en su práctica.
Entrando en beatitud, ¡alégrate por la mañana con alivio, tú,
despertado desde lo alto con una revelación de modo repentino!
¿No ha llegado tu turno en el puesto del matrimonio divino?
El Buen Diosito espera transmitir las beatitudes del Tálamo nupcial
al homo sapiens agobiado de preocupaciones, al preso con sino fatal…
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