El pancista mira al prójimo desde un cuarto de baño:
un mortal, listo para denunciar al vecino, un pecador rematado, un medio, un instrumento de usurpación y control, un estorbo…
¡Sofía Pronoia ve absolutamente de otro modo!
En su mirada riela el carro de un millón de ojos bondadosos.
¡A la bondad no pueden herirla la policía ni el juicio tramposo!
La divinidad, que gorjea soñolientamente temprano,
de nueve a seis de la tarde gira el volante cotidiano.
Así es el hombre que pasa el desierto de lo pasional,
siempre está dispuesto a sacrificarse por los demás.
Su trono está en la lejana esfera marina,
así lo ve la Buena Providencia de la Suprema Sofía.
¡¡¡Gloria a la Sabiduría!!!
29.10.2012
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