Los animales no solo son portadores del bien. En ellos se manifiesta la divinidad.
Hipócrates enseñó sobre los animales como dioses inmortales, muchos de ellos vienen al mundo encorpulativamente, sin pecado, con un único propósito: ¡ayudar al hombre! Ellos sirven desinteresadamente, gratuitamente. Están dispuestos a morir, a sacrificarse.
¡La Deidad quiere nacer como animal para volverse más perfecta!
Una percepción íntegra de la Divinidad, del Hombre, y de la Naturaleza envuelve al ser humano, acostumbrado a los ruidos de las ciudades, en una gran dicha. A partir de entonces empezará a mirar a su entorno con nuevos ojos. Admirará los pajarillos posados en los árboles, las abejitas polinizando las flores, el servicio desinteresado de perros, caballos, vaquitas,… ¡comprenderá que todos ellos son visitantes de lejanos planetas de bondad!
El hombre debe aprender a ver en el animal algo superior a sí mismo, una deidad manifestada.
¡El Logos Divino esta difundido en la naturaleza divina! Así nace el diálogo entre la Divinidad, el hombre y el mundo de la naturaleza: árboles, hierbitas, arbustitos, florecitas que exudan las vibraciones del Logos del Reino de la luz. Flores, embajadoras del Reino. Las vaquitas domésticas, perritos, caballitos, ¡embajadores del reino, mensajeros de los dioses buenos!
Un ser humano, en su siguiente vida, puede aceptar encarnar en la imagen de un buen animal sin detrimento de la plenitud humana (!) , y enriqueciendo además su experiencia espiritual. Las formas pueden ser múltiples: delfines, pajaritos celestiales, pececitos marinos, cualquiera de los seres sabios y bondadosos…
Los cátaros llamaron a tal encorpulación (encarnación divina, fuera del remodelado de adaptación) la metamorfosis creativa . El hombre se encorpula en la forma más adecuada, prevista por la Providencia Bondadosa, a diferencia del karma que es ciego, automático y que se compensa mediante castigos por los pecados de la vida anterior. Esta metamorfosis singular o metempsicosis no significa en absoluto la encarnación en una forma inferior. Por ejemplo: el perro, en algo, es más capaz que el hombre —luego el perro es mayor que el hombre.El hombre, en algo, es más capaz que el perro —luego el hombre es mayor que el perro.Tal es la mirada no-unívoca al mundo circundante.
Los ancianos hablaban con los animales, llamándolos buenos embajadores del Espíritu Omnibueno. Los adoraban. Instigaban a la gente a no matarlos: ¡ Acabad con la masacre de los animales! ¡Detened la ejecución monstruosa de los bondadosos mensajeros celestiales y buenos amigos del ser humano, y — de acuerdo a los estatutos del Univérsum —, se acabarán las capacidades de organizar guerras mundiales y desastres!
¡Los animales curan al hombre!
¡Las estadísticas muestran que el 80% de los niños con autismo (incapaces de diálogo, que no pueden hablar) se curan por zooterapia! ¿De qué manera? Un niño entra en contacto, en un diálogo, con los perritos. Y los perritos, como doctores caninos, como asistentes médicos, lo captan en profundidad y empiezan a hablar con él. ¡A un niño enfermo con la boca paralizada, le es más fácil hablar con un perrito! Abre la boca y empieza a hablar a los perritos, y los perritos le hablan a él. ¡Él entiende su lenguaje! Los perritos están especialmente entrenados para amar. ¡Ellos curan al niño con amor! Los perritos tienen un oído especial sensible. El oído que lee el dolor y lo cura. La curación se produce a través de la amistad. El autista no puede tener amistad con los otros chicos. La compañía de buenos perros le saca del aislamiento autista.
Tomad la hipoterapia (caballitos). ¡El Caballo es amigo! El caballito es amigo e incluso puede reemplazar el amor humano. La comunicación con los animales adquiere un lenguaje sin palabras, místico, más grande que el humano. Los jinetes sanan de artritis, artrosis, lesiones vertebrales etc. A muchos recomiendan un paseo sobre estos animales: endereza la columna vertebral, se van las hernias vertebrales. ¡Y el hocico de un animal es tan benevolente, busca la manera servir al hombre!
Tomad la terapia con delfines. El delfín literalmente adora al hombre. Le gusta jugar con él en el agua. Regala a un niño o persona enferma el amor del Padre para que el enfermo se cure.
Tomad la apiterapia. La abeja es un insecto absolutamente divino. ¡Cómo cura el reumatismo de los manos! Las picaduras de abejas no son por malicia. Por malicia pica la avispa. La abeja pica por amor, por sacrificio. Siente el punto débil del hombre y ama tanto al hombre que perfora con su picadura su herida y el hombre se cura. ¡El insecto muere y la persona sigue viviendo curada! El veneno de abeja es el aguijón del supremo amor, el pasional.
La ictioterapia (terapia de peces). Los cientificos modernos han encontrado que es útil para la gente nerviosa contemplar durante mucho tiempo los peces dorados de un acuario: alivia el estrés. ¡Cómo oyen los peces la música del orfeón! ¡Se acercan desde muchos kilómetros en el mar!
Creer que las divinidades son obligatoriamente antropomórficas es un gran prejuicio!
Mucho más sencillo le resulta a la divinidad encarnarse en un toro blanco con alas y cuernos dorados, o en una vaquita que medita todo el día. Alimenta con la leche del amor puro a los que la rodean. La vaca es tan lechera… La Artemisa vaca y la Galactotrofusa.
¿ Quién conoce el potencial que tienen las aves? Escucha y canta como ningún minnecantor puede hacerlo. Y siempre, como el ruiseñor, se dirige al hombre. Solo que el hombre por su naturaleza es torpe, no conoce el idioma de las aves.
A los animales se les revela con mayor frecuencia el idioma celestial universal, inaccesible para los terrenales. Pero no todos los animales tienen marca divina. Por ejemplo, los daevas (demonios) o espíritus malos suelen encarnarse en forma de reptiles, serpientes, cocodrilos, mosquitos,…Pero también en forma humana: dictadores, asesinos,…
Cuando las divinidades hacen una valoración sobre cuál es la mejor forma para adoptar al encarnar en la Tierra para ayudar a los terrestres, a veces prefieren encarnarse en un animal. Los bípedos están demasiado sujetos a las limitaciones terrenales. Ora tienen que ganar dinero, ora son tentados por los anuncios de la gran ciudad o atormentados por la fornicación u otras confusiones. Pero, por ejemplo, un pajarillo es libre. Al estornino solo dale un nido para los pichones. ¡ Cuando termina de criarlos, adiós al nido! A volar en libertad.
El hombre tendría que liberarse de las distracciones mundanas. Carga una pesada cruz, está agotado y es acosado por los miedos y complejos. ¿ Y qué complejos tiene un delfin sagrado o una vaca sagrada? Tiene paz en el corazón. Solo mira a los ojos de una buena vaquita. ¿ Cómo no considerarla sagrada, encarnación de la Divinidad?
Cada animal encierra un misterio especial. Así como existe el hombre interior, además del exterior, de igual manera existe, el animal interior, es decir, existe el pájaro interior, el león interior, el perro interior,… además del exterior. Si observamos su “cocina” interior comprenderemos qué gran bondad, lealtad, sabiduría, misericordia, humildad y corazón tienen los animales, y ¡cuánto podemos aprender los seres humanos de ellos!
Acaso puede una madre que da el pecho a sus hijos darles una centésima parte de la leche que les daría una vaca lechera? ¡ Y qué misteriosa criatura es el perro! ¿ Cómo no considerarlo una encarnación de una divinidad viviente, como lo hacían en las civilizaciones antiguas? Cuánta inteligencia y sensibilidad hay en él. Cuánta lealtad. Y qué magnífica es la cresola del perro. A una distancia de decenas de kilómetros, puede ver y oír lo que el hombre ni siquiera sospecha.
Bella historia ejemplar de la bondad animal
Un hombre de 45 años, de un pueblo lejano, a punto de suicidarse, se emborracha, se persigna y se tumba encima de las traviesas de un ferrocarril… Se acerca el tren. Quedan apenas unos 200 metros…, el tren no tiene tiempo de frenar. El hombre, tumbado encima de las traviesas, duerme ebrio, profundamente… El maquinista hace señales, pero el desdichado no las oye: el suicidio es la salvación para él. El maquinista deseperadamente ora a la Madre Divina: ¡Ayuda!…
¿Y qué? No se sabe de dónde, aparece un perro blanco y empieza a ladrar a su amo. ¡Pero este no lo oye! ¡Duerme! ¡Entonces el animal, fiel, consigue salvarlo en fracciones de segundo antes de la catástrofe!… Pero él mismo queda aplastado por el tren.
A aquel hombre lo llevaron al hospital. ¡Imagínense los tres vasos de lágrimas que este hombre lloró por su perro! Sollozaba tanto… Solo decía: “No tengo a nadie en la Tierra. Mi mujer me abandonó. No tengo amigos. Pero el perrito, al que ni siquiera le daba de comer y trataba mal me salvó la vida. ¡Se sacrificó por mí! ¡ Ninguna persona hubiera sido capaz de hacerlo!
¡Casi se volvió loco de adoración por su perro blanco! Allá donde iba se lo comentaba a todo el mundo: “¡Fue dios el que se encarnó en mi perro!”
El destino de un animal a veces es más alto que el del hombre.
Los animales son inferiores al hombre en un sentido, y superiores en otro. Y solo en unidad con el hombre pueden formar una integridad divina. Si añadimos las aves, las abejas, las flores y los árboles, tendremos un hermoso y paradisíaco jardín. Una integridad teoantroponaturogámica.
La encarnación como un perro doméstico, por ejemplo, puede ser preferible a la humana. Se pueden dar miles de argumentos que demuestran por qué algunas almas lo prefieren así: el perro doméstico está menos influenciado por el remodelado de adaptación, en general tiene más lealtad, pureza, bondad y es capaz de sacrificarse en mayor grado.
El perro está preparado para dar su vida por su amo tres veces, cien veces. El ser humano debería de aprender el afecto que tienen algunos perros leales a sus dueños. ¡Otros visitan durante cinco o más años la tumba de su amo!
Un perro puede lo que no puede un hombre, y el destino del perro a veces es más alto que el del hombre. El perro ama a su dueño. No ve el mal que hay en él. Por degradado que esté. No resiste el olor del alcohol, y sin embargo, marcha resignado tras su dueño. Por mucho que este lo humille, ve en él algo divino y permanece fiel hasta el final. Si fallece el dueño, estará un mes aullando junto a su tumba. ¡ Intentad hallar entre las personas en la Tierra a alguien tan fiel, que no vea el mal en el prójimo!
¡Y cómo se enriquece el tesoro interior del hombre cuando se da cuenta del sagrado servicio que le presta el mundo circundante! Sirven los arroyos y los árboles y el susurro de las hojas y los buenos animales. ¡Al darse cuenta de esto, fusionándose con la armonía universal, el hombre, en respuesta, comienza a prestar servicio a todo el mundo!
Matar a un animal es más criminal que matar a un hombre, porque en la mayoría de los casos los animales son más bondadosos que nosotros, los terrestres. Cazar animales es bendecir la inquisición. Las personas son culpables de que las bestias se hayan convertido en terribles caníbales. Es una consecuencia directa del encarnizamiento y el embrutecimiento de los terrestres.
En cuanto el mal desaparezca, verán lo que sucederá con los animales salvajes, los gatos e incluso con los cocodrilos e hipopótamos. Repentinamente se transformarán en seres un millón de veces más bondadosos. Dónde va a meterse su antigua rapiña. Se olvidarán de cazar. Se convertirán en herbívoros. La palabra “caza” resulta abominable. En contraposición a ella está la oración elevando los brazos al cielo:
“Dios, aliméntanos. Reina, nútrenos, cólmanos, cálmanos. Paz”.
Texto extraido de los libros de Juan de San Grial
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