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El misterio de la muerte, la encarnación y la relación entre vivos y difuntos

admin

8 noviembre 2019

 

 

 

 

 

 


Una de las principales preguntas “supremas” que puede hacerse el ser humano es: ¿qué me espera después del tránsito?, ¿cuál será mi destino?

Hay que hablar sobre cuatro tipos de destinos: los luminosos, los intermedios, los sufrimientos aduaneros y el infierno.

El destino es determinado por dos categorías: 1) la bondad (o la maldad) y 2 ) la pureza (o impureza). Dos criterios suplementarios son 3) el grado de la apertura del corazón y 4 ) la conformidad con Arta (los estatutos del Buen universo) .  La síntesis de la bondad, la pureza, la sabiduría y la belleza conforma la perfección, la integridad de Aurvetad.

 Las almas, post mortem, pasan las instancias del más allá: pequeños juicios en las aduanas donde las reciben los guardianes fronterizos.

Los jueces bondadosos pesan a las almas en la balanza del Buen Univérsum y recurren a la radioscopia espectral. El alma es radiografiada con un aparato especial de luz que determina el nivel de bondad y pureza.

No mencionan el amor. Son muy pocos los que alcanzan el amor puro, el Amor Fino, y en general el amor es un concepto mezclado. Los guardianes fronterizos niegan su criterio, ya que con el tema del amor especula mucho la new age comprendiéndolo como permisividad.

Ningún factor externo (político, religioso, social) ni argumentos morales se toman en cuenta.

El destino del más allá no está relacionado con la religión profesada. Cualquier ideología desaparece con la muerte del cuerpo. En la eternidad solo toman en cuenta la pericia en Arta.

Las almas están perturbadas. Les enseñan mundos luminosos, ¡pero el acceso está cerrado! Los cristianos, los musulmanes, los judíos, los budistas… apelan a su religión:

“Creía en Cristo, era piadoso… Soy musulmán, creía en el Dios verdadero bajo la égida de Mahoma… Creía en Krishna… Soy budista, meditaba, me dedicaba a la contemplación… ¡¿Cómo puede ser?! ¿Nos han engañado?”.

Los aduaneros son muy benévolos. Los escuchan con tranquilidad y les explican:

“El pequeño juicio no depende de vuestras opiniones religiosas. Habéis vivido bajo la égida de Cristo, Mahoma, Buda… ¡Maravilloso! Pero vuestros marcos religiosos es algo terrenal. Los ungidos correspondían a los Estatutos del Univérsum, y a vosotros también os miden según los estatutos de Arta.

Cristo y Mahoma no tienen sus propios destinos. Vuestros líderes religiosos fueron grandes justos, ¿pero qué habéis alcanzado vosotros bajo su guía? La fe original tiene que llevar hacia la luz. Vamos a ver los frutos de vuestra fe… No habéis conseguido nada. No os habéis convertido en cristos ni en budas ni en zoroastros. Si la pureza, el amor y la bondad no están suficientemente manifestados en vosotros, vuestro camino era falso”.

Los puros y bondadosos

Las personas bondadosas y puras, que vivían según los estatutos de Arta, van a las esferas más bondadosas, se hacen bienaventuradas. A los que sufrían mucho, llevaban las cruces del desierto, de la soledad, de la calumnia, de ser inadecuados [a este mundo]… en los mundos eternos les espera el consuelo y la alegría infinita.

Los difuntitos bondadosos pueden marcharse a los mundos luminosos, o volver para regalar un amor aún mayor y ayudar a llevar la cruz a sus hermanos que aún están en la Tierra.

Los no suficientemente puros, los no suficientemente bondadosos

El destino dichoso presupone guardar la medida de la bondad y la pureza. Si el alma es bondadosa, pero no es suficientemente pura, o al contrario, es piadosa, pero no tiene suficiente bondad, le proponen pasar por las esferas de la corrección catártica.

Los aduaneros le indican los sufrimientos purificadores que el alma evitó en la Tierra por estar ocupada en ‘circunstancias que distraen de la eternidad’ (de este modo el cielo llama a los apegos terrenales).

Los jueces del más allá hacen comprender: ¡el hombre tiene su misión y tiene que cumplirla sin distraerse con las circunstancias! El mundo material está ocupado por el mal, y la búsqueda de lo exterior lleva a consecuencias graves post mortem. Muchas almas, después de pasar a la eternidad, se arrepienten de haber buscado riqueza, propiedades, gloria terrenal, ascender por la escalera profesional… mientras que tenían que haber desdeñado al máximo lo terrenal en aras de la misión celestial.

“Almita, ¿dónde estabas en tus días terrenales? Te invitaban al Barco blanco, y tú no viniste. Ahora el camino hacia allí está cerrado, ya que podrías manchar a los puros, castos, piadosos. En los mundos bondadosos no hay mal ni lujuria. Ve a las esferas de la purificación y ablución”.

Al alma insuficientemente bondadosa le indican el mal que hay en ella y que corrompería las esferas dichosas. Los sufrimientos purificadores le ayudarán a abrir el corazón en el camino de catarsis.

Los sufrimientos intermedios no son serios, pero hay que pasarlos.

Las almas oscuras

¿Qué destino espera a la mayoría de los terrestres (2/3)? A las almas con el predominio del mal e impureza, torturadas por las pasiones bajas, que han pactado con el mal, les enseñan quiénes eran sus guías, los espíritus malos, y los destinos correspondientes en las constelaciones oscuras.

Aparecen los humanoides:

“Os llevaremos a nuestros planetas donde hay perfección tecnocrática y jardines de silicona, polígonos nucleares y platillos que vuelan por miles de constelaciones…”.

Les enseñan también los destinos luminosos. En los que predomina el mal empiezan a justificarse:

“Era huérfano… No soy culpable porque no conocía la bondad. No me amaron lo suficiente, me traumatizaron. Caí en un ambiente malvado… Pero vosotros sois muy bondadosos. ¡En nombre de la misericordia de Dios llevadme a un mundo bondadoso!”.

Les hacen entrar en razón:

“En vuestra situación hubierais podido hacer una buena elección, pero la rechazasteis. Volvemos a daros esta oportunidad. Tenéis que prepararos. No podemos admitiros en los mundos celestiales, ya que el mal empezaría a difundirse y hacer daño a los bondadosos. Si no queréis seguir a vuestros protectores, id a las esferas de catarsis.

El juicio de Dios es infinitamente misericordioso, no tenemos ni una pizca del mal. Si apeláis a la misericordia, llevad las cruces que rechazasteis en la Tierra y después volveréis”.

La mayoría de los que son puestos a prueba rechazan los destinos malvados humanoides y voluntariamente aceptan los sufrimientos dando su consentimiento para sufrir un pequeño pasional en las difíciles esferas de los sufrimientos (limbo, esferas aduaneras) para purificarse y aparecer de nuevo en el juicio menor ante los bondadosos jueces-aduaneros.

Una quinta parte de almas elige los destinos de sus protectores malvados y van a mundos terribles. Aquellos que en sus días terrenales se dejaban atrapar por las promesas de la new age prefieren a los agentes cósmicos de las constelaciones oscuras: voy con el mahatma Morya, Maitreya, Sai Baba…

Después de borrar lo exterior, lo terrenal, el alma es juzgada solo por dos aspectos: cuánta luz y bondad ha acumulado o, al contrario, cuánto mal e impureza tiene.

Los irremediables, los que han hecho un pacto indisoluble con el mal

Para los irremediables, el destino que se llama “la segunda muerte”. El infierno (no necesariamente eterno, sino en la medida de sus propias elecciones).

Al fondo del pozo mundial van las almas que han hecho un pacto indisoluble con el mal. Las esferas infernales están destinadas para los espíritus más oscuros de origen no terrenal y para los brujos que hacían el mal conscientemente. Les espera extinguir durante milenios el cáliz horrible que acumularon. Algunos de ellos salen para seguir por los caminos oscuros. Los que profesan el mal conscientemente y no quieren rechazarlo tienen el destino de la extinción, lo que ellos mismos han elegido.

Los destinos misericordiosos de la Reina Celestial

Durante el juicio menor, al lado derecho del aduanero, está un ángel especial, el guardián de la Teoengendradora. Él pide por las almas que vivían bajo la guía directa de la Madre Divina. Sobre ellas cae un rayo y les dejan pasar a los mundos luminosos: son merecedoras de los destinos misericordiosos de la Reina Celestial.

*

Esta imagen de los destinos del más allá servirá de gran consuelo para la humanidad. La escatología cátara quita los miedos y complejos impuestos por Jehová que favorecen a la malevolización de la persona.

Planteemonos ahora la siguiente pregunta, ¿Por qué existe la muerte? ¿Cómo entenderla?

Según la tradición del Catarismo, la muerte se puede entender como una “tragedia” causada por el remodelado de adaptación: a consecuencia del cual el teohombre inmortal pasó a ser un homo sapiens mortal. Pero los perfectos cátaros veían la muerte como consuelo (consolamentum) pues vencieron a Tánatos, el miedo a la muerte.

Este misterio es muy importante en el camino espiritual: superar la suma de los miedos cuya fuente es el miedo a la muerte, como uno de los sellos fatales del remodelado de adaptación. Para el demiurgo, las mayores virtudes son el “santo” temor a dios (Proverbios 1:7)  y el miedo a la muerte. Temiendo al demiurgo, se teme a la muerte. Y en él está este miedo, está paranoia: Tánatos.

Así pues, los hombres y mujeres deben superar en su andadura el miedo a la muerte ya que este es la fuente de todas las demás fobias, traumas, heridas psíquicas… Y sólo entonces, venciéndolo, empieza la alegría espiritual. Pero antes tenemos que revisar muchas cosas, nuestro “tesoro mental”, todo nuestro modo de pensar, quizás invertirlo todo.

Esta superación del miedo a la muerte lo ilustra muy bien el ejemplo de los cátaros de Montsegur que, tras más de 9 meses de asedio, después de incontables torturas e interrogatorios, los inquisidores organizaron tres hogueras donde 150 perfectos e inmortales ardieron en el fuego en nombre del Padre del puro amor…

¿Qué fue de ellos? En el corazón de los inmortales se insertó una llama inextinguible. ¿Acaso pueden ser quemados los cuerpos inmortales?

Aceptaban la tortura voluntariamente por amor a los verdugos y los convertían con los milagros del amor… Y en el momento en que los inquisidores, sin poder disimular su impotencia, ahogados en su fiebre histérica, preguntaban a sus víctimas en qué consistía el secreto de sus fuerzas, éstas contestaban con una sola palabra:

— En el amor… por encima del cual no hay nada más alto, no hay nada más hermoso, no hay nada más puro.

La muerte bajo el cielo de Sofía Pronoia

 

 

 

 

¿Cómo ver la muerte, como amiga o enemiga?  Ocurre que bajo el cielo de Sofía Pronoia, de la providencia bondadosa, es necesario revisar la visión convencional del mundo sobre la muerte. Es importante mostrarla según Sofía Pronoia: no unirla con el mal, con el castigo, ni con el juicio porque en sus esferas no hay nada de todo esto.

De ahí la importancia de vivir en la tierra según los estatutos del buen universo para no experimentar la muerte como algo trágico sino -al contrario- como un tránsito pacífico y bienaventurado que se da para cada alma en su momento más adecuado (no de manera forzada o buscada) y previsto desde lo alto.

Por el contrario, para quienes se aferran a la mala providencia la muerte resulta cómo enemiga, un castigo, algo trágico, pues se desmorona todo lo que se construyó para el orden perecedero de este mundo.

Pero resulta que el miedo a la muerte no puede ser vencido mientras se vea a ésta como enemiga.  Según el credo del genial Mozart, la muerte es amiga. Si en la versión convencional la muerte separa lo que la vida unió, en la versión de Mozart ocurre al revés: la muerte une lo que la vida ha separado.

¡Es el teomatrimonio, la vuelta al hogar paternal, la vuelta a casa y con ello la alegría eterna!

La muerte como amiga

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Para comprender de qué se trata es necesario aprender algunas de las tesis fundamentales de los inmortales, cuya enseñanza en su integridad es universal y procede de Hiperbórea.

Según la doctrina bíblica el hombre no tiene en absoluto ninguna relación con el cielo, está modelado de la nada, del polvo y del barro, tras lo cual insuflaron en él el espíritu elohímico  (Génesis 2:7), etc. ¡El modo de ver el mundo de los inmortales contradice diametralmente la versión del hexámeron! Leámoslo con atención.

  1. El hombre procede del cielo. Engendrado desde el principio de los tiempos, permaneció durante milenios en las beatitudes inenarrables, sin empobrecerse, multiplicándose. Pero llegó un momento en que los teohombres, es decir, las divinidades- en particular las de los cielos inferiores-, sintieron incomodidad. Empezaron a tener angustia.
  1. Una determinada parte de los espíritus inmortales pecaron ante la faz del Padre bondadoso- fueron tentados de separarse de Él por otra perspectiva: otro dios, otra vida, otro amor…-. Como consecuencia, el Padre permitió el exilio del alma a la Tierra.
  1. Nuestro Altísimo podría haber suprimido la muerte, pero no lo hizo, ya que no quería la reclusión eterna del hombre en este habitáculo cerrado como campo de concentración omnihumano pasional de tres dimensiones, en los hormigueros de las megápolis actuales que agrupan a tantos millones. Tiene añoranza por sus hijos y sabe que los hijos también tienen añoranza por su Padre.

El Padre añora a Su hijo. Es la importantísima experiencia que vence el miedo a la muerte. El Padre no puede estar sin Su hijo (hija): los añora y los llama a Sus brazos. ¡De ahí el concepto de la muerte como retorno al hogar paternal! El Padre ama tanto que no puede soportar la separación por mucho tiempo.

  1. En cuanto al cáliz pecaminoso, hablando en términos teológicos, éste se redime y los terrestres regresan a los cielos de donde han venido.

¿Como comprender esto? El alma se separa de su fuente originaria. Pero, engendrada por su Padre, para siempre seguirá siendo una sola con Él, fundida con Él. El Padre provoca una separación temporal, pero al mismo tiempo sigue siendo inseparable y unido. ¡No abandona al alma, sino que desea que ella, al pasar los desiertos terrenales y campos de concentración, empiece a anhelarle a Él!

Estos son pilares de reflexión que debe asimilar el hombre en su avance espiritual. La separación es más bien espacial, para la unión aún más grande, para la unión aún más íntima. El Padre sufre la separación y también la sufre el hijo y la hija. El novio sufriente, la novia sufriente… ¡Pero en el Tálamo nupcial habrá un festín indescriptible!

Sobre los difuntos. Los antiguos sabios enseñaban:

“No hay que apenarse por los difuntos beatos. Ellos regresan al hogar paternal. ¡El Padre anhela acogerlos y, en cuanto a ellos, se hacen bienaventurados al pensar que les espera el encuentro con su querido Padre!”

La muerte no era un castigo ni el término de un ciclo singular de vida, sino la SALIDA A LA LIBERTAD, el regreso a los lares nativos, a los brazos de los amantes Padre y Madre, hermanos y hermanas. El nacimiento, al revés, se consideraba sospechoso y les causaba dolor. Según las ideas hiperbóreas, este mundo está corrompido. El hombre pertenece al mundo superior. Él siente la llamada del mundo eterno de donde ha venido.

¡Como contradicen estas reglas a la psicología actual del homo sapiens centrada en este mundo!

El alma se quita una envoltura para vestirse con otra. En la cátedra del Modelado se crea el cuerpo físico encarnacional. En la mayoría de los casos se realiza de acuerdo con las prescripciones kármicas de las vidas anteriores. Pero después de la partida se moldea otro cuerpo, el de otro mundo.

El otro mundo posee un carro doble. El alma, en un estado de iluminación de otro mundo, ve un sinfín de mundos eternos y al mismo tiempo contempla a los que se quedaron en la Tierra. Lanza besos uno tras otro, muestras de amor.

Los queridos difuntos parten… pero también pueden quedarse. La primera revelación de Eufrosinita en las reliquias fue:

“Durante un tiempo yo estuve elevándome por la escalera dorada que conduce a los cielos, a cuál más hermoso, hasta que la Reina Celestial me detuvo y me dijo: regresa a la Tierra con el padre Juan. Tu hijo necesita ayuda. La Iglesia Blanca está atacada por los brujos. Ayúdala a purificarse de ellos”.

Las ciudades-sepulcro etruscas

La actitud de los etruscos hacia los difuntos es única y sumamente interesante. En Etruria, como en otros buenos pueblos, no quemaban a los muertos ni los enterraban en el suelo, sino que ponían los cuerpos en casas-tumba. Una necrópolis etrusca era una ciudad-sepulcro, cuyas calles eran tan anchas que un carro podía pasar fácilmente. Los familiares visitaban a los difuntos, les traían comida, les leían libros (las bibliotecas estaban situadas al lado de estas casas-tumba).

El propósito del entierro en las ciudades-sepulcro sagradas era: ayudar a transferir a los difuntos a los cielos elevados donde habitan las buenas divinidades.

¡No había muerte! Esta se consideraba como la transición a un mundo nuevo. Los etruscos creían que se sumergían en un sueño letárgico, durante el cual entraban en las esferas divinas, donde se despertaban y continuaban su vida… Y unos años después del letargo, el alma podía descender al mundo como una deidad, es decir, de modo encorpulado (encorpulación, encarnación divina), no encarnado (encarnación).

Las ciudades-sepulcro subterráneas se construyeron en lugares designados desde lo alto, de acuerdo con la topografía sagrada, según los planos de origen sobrenatural. El cielo sobre estas ciudades-sepulcro sagradas estaba abierto.

La encarnación. Nacimiento físico y nacimiento espiritual.

Antes de entrar en el mundo, el alma habita en un mar uterino interior durante nueve meses. Lo que sucede con el niño permanece siendo un misterio. Y no hay necesidad de estudiarlo científicamente. Es inútil. Primero, la Sabiduría escoge el vientre materno y después define el programa de encarnación. La propia alma también participa de alguna manera en la elección. Teniendo en cuenta el objetivo de la encarnación, a ella le convienen precisamente esa madre y ese padre.

 Algo semejante sucede con el nacimiento espiritual desde lo alto. El Cristo zoroastrista, de Partia sostenía: vosotros debéis (lo imponía como un deber) nacer desde lo alto. Luego desde el Evangelio fue robado de qué manera se puede nacer desde lo alto. Es evidente que Cristo Minnelic hablaba de que se colocaran en el Seno espiritual de la Madre Divina

 El hombre hizo travesuras: el Gulag (el rumor de los espíritus oscuros, de los planetas oscuros), o el esturioncito, la guardia armada, el prisionero… O el goce, el interiorismo… Se ocupó de algo interior, de la comprensión de la verdad filosófica, moral o social… También el internet-caja de zombis, el enamoramiento, ora ideal de la familia, etc. Y llegó a una conclusión: un callejón sin salida. En la ancianidad se apoderan de él el miedo a la muerte, las enfermedades, la falsa resignación, la incapacidad para resucitar, rejuvenecer… ¿ Qué hacer?

El segundo nacimiento ocurre según el primero, al igual que el tercero, el quinto y el décimo. Sus escalones son así. Empieza una crisis. El alma al parecer se decepciona de la esfera en la que está y trata de pasar a una dimensión diferente, más cercana a ella. Después de la crisis, el grito en el desierto, que llega a la cresola de la Divinidad y determina el destino.

El destino común de los terrestres es cumplir el programa terrenal predestinado con elementos de corrección, denominados en la mentalidad europea libertad de elección. El elemento de la libertad de elección se resume en el consentimiento que da el alma, después de leer su cruz y encarnación en general, para descender a la Tierra, soportar la cruz, extraer de ella la sabiduría. Después, ascender a un escalón más alto del conocimiento de la divinidad, acercarse a la luz radiante, llamada en el cristianismo increada .

El cuarto nivel es la entrada en el vientre de la madre; el quinto, la gestación; el sexto, el nacimiento del bebé; el séptimo, la alimentación con la leche materna. Estos son los siete peldaños que atraviesa el alma.

 Para el segundo nacimiento es necesario escalar esos mismos siete peldaños. Pero la entrada no es en el mar interno del útero de la madre terrenal, en el que nada el bebé, sino en las aguas celestiales. El alma, estando en el otro mundo, escoge el seno de la madre y se instala allí. Después de la transición al mundo eterno escoge a la madre para nacer desde lo alto. Esta madre es la Reina Señora Diosa Virgen Madre de Mil quinientas hipóstasis glorificada por nosotros. La maravillosa interacción de las cinco hipóstasis permite a cada alma, dondequiera que haya nacido, ya sea en Sudáfrica, Camboya, Tailandia, Rusia, Alemania o Israel, entrar en el vientre teomaternal de la Reina Celestial y Terrenal. En el Univérsum * a Ella la llaman Ardvisura Anahíta, Tainit, Mamacocha, Teoengendradora Virgen María…

 El misterio de la consagración y la veneración a la Madre Divina: el alma, estando en un estado terrenal, se hace consciente de su carácter temporal, desea vencer a la muerte. No la entiende como un castigo ni como una entrada a la oscuridad ( ¡ Dios no lo quiera!), sino como un segundo nacimiento.

 Es importante entender la muerte como un nacimiento. Pero no todo el mundo lo logra. Si no se pasa el período de incubación de la gestación, habrá que recuperarlo al otro lado. Si no hizo su elección a favor del Seno maternal, tendrá que hacerla al otro lado, para lo que hay que recorrer sabe Dios cuántos caminos preparatorios. De una u otra manera, deseando para sí misma un destino luminoso, el alma en este mundo o en el otro llegará a comprender la necesidad de entrar en el Seno virginal teomaternal.

 Los espirituales, los que se consagraron a la Teoengendradora, los caballeros blancos, pasan el período de incubación teomaternal aún en la vida terrenal. Dicho de otro modo, se preparan para la muerte-nacimiento.

 La alternativa al nacimiento de lo alto es la degeneración. Si el alma permanece por largo tiempo en la Tierra y se retrasa en el segundo nacimiento, se encontrará en un estado de confusión en las primeras horas, días, años, y tal vez milenios de su transición al mundo eterno. Si los primeros peldaños que hemos enumerado, necesarios para el segundo nacimiento ( 1 la selección del programa, 2 la veneración a la Madre Divina, 3 la entrada en su Seno, 4 la gestación en su vientre y la alimentación con la leche maternal de la Sabiduría, 5 los océanos de gracia que se derraman del Corazón Inmaculado) han sido ascendidos en la Tierra, el alma pasa con facilidad la aduana del otro mundo y cae en los brazos de su Madre. Nada en las aguas del mar celestial.

 Entonces, el período de incubación culmina y poco a poco la Madre da a luz nuevamente.         ¿Cuándo, cómo, en qué esfera, país, en qué planeta? Eso sigue siendo un misterio. Pero una cosa está clara. No hay nada más magnífico que nacer en el Seno Inmaculado, vivir en el Corazón Inmaculado, apoyarse en el Inicio Inmaculado y tener la mentalidad de la Inmaculadez Original .

 Si la madre embarazada lleva a cabo de manera segura el período de gestación, de incubación, el alma está relativamente tranquila. Y así mismo se sentirá tranquila y confiada al encontrarse en las aguas del mar celestial teomaternal. Es para esto que se necesita la consagración a la Madre Divina.

Termina el período terrenal. El alma se siente atraída por el siguiente programa: el regreso a los cielos. Pero no se puede llegar allí sin el segundo nacimiento desde lo alto, sin haber estado en el Seno teomaternal. Cristo se lo concedió al mundo, entregando su misión a la Reina Celestial, diciendo:

“Madre, tu diste a luz al Rey de reyes, y ahora tienes que dar a luz a la humanidad a imagen y semejanza de tu hijo Cristo. Muchos cristos traerás al mundo y les darás la felicidad de llevar la cruz de la victoria sobre el mal y la alegría de la beatitud eterna”.

La primera concepción es viciosa, proviene de la simiente masculina. La segunda es inmaculada. ¿ De quién? Del Padre Celestial, nuestro Padre. Es por eso que Cristo nombró Padre al Dios del Amor, porque fue concebido de manera inmaculada por él en el seno de la Madre.

 A los grandes ancianos, obradores de milagros y candiles, la propia Sabiduría les reveló este misterio, por encima del cual no hay, no hubo y no habrá nada en la Tierra. Estando en estado terrenal, alejándose de lo mundano, entrar en el Seno de la Madre Celestial y pasar en él un determinado período de incubación perinatal. Para unos puede ser un mes, para otros un año, cincuenta, o un siglo. Nacer de Ella desde lo alto estando aún en la Tierra, y finalmente la transición al mundo eterno. Así se alcanza el Reino de la Luz, acerca del que enseña el Cristo zoroastrista de acuerdo a los cánones de la Hiperbórea solar.

A través de la celosa, ferviente y total veneración a la Reina Celestial, los santos alcanzaron el descenso del pléroma, o esa plenitud del Espíritu Santo que da muchos carismas (hvarenas) y sirve como una concepción sin semilla del Padre Celestial. Inmaculadamente, desde lo alto.

El padre espiritual, la madre, el anciano (la anciana) solo son necesarios para que nos conduzcan por el camino correcto, al Seno de la Reina Celestial. Al ver cómo el padre y la madre espirituales fervorosamente, con todo su ser, adoran a la Reina, el discípulo comienza a seguirlos y gradualmente alcanza los más altos niveles de perfección.

Se hace comprensible el tercer peldaño de la iniciación cátara: los inmortales. Para el que ha entrado en el Seno de la Reina Celestial, la divinización comienza ya durante la vida. El Seno teomaternal, a diferencia del seno de la madre terrenal es virginal, inmortal y augura la vida eterna en la beatitud indescriptible del teohombre.

Pocas personas pueden llegar a este nivel. Son pocos los que inmediatamente después de la transición entran en los castillos de la Purísima Virgen. Pero bendito aquel que es guiado por la Diestra del Padre y de Nuestra Señora.

La reencarnación no unívoca.

El catarismo enseña que el alma, cuando regresa a la tierra, puede reencarnarse de forma no unívoca. No es la mirada tibetana, ni la del karma, ni la de la metempsicosis o de los antiguos griegos, que consideraban la transmigración del alma del hombre a un animal como degradación, sino otra, bajo el signo de la Buena Providencia: el autodesarrollo y el perfeccionamiento infinito hasta el grado de divinidad.  Bajo el signo de Sofía Pronoia el hombre puede, conscientemente, elegir su destino.  La elección consciente del alma con el objetivo de desarrollar el potencial del bien. Esta visión curativa de ver a dios, al hombre y a todo lo vivo, cambia los destinos del mundo. 

Así, en los rayos de Sofía Pronoia, el ciclo de las divinidades, de los hombres, las aves y otros animales -de todos los seres terrenales-, sirve para el desarrollo personal y perfeccionamiento infinito hasta el grado de divinidad. Bajo el signo de la Bondadosa Providencia el hombre puede escoger conscientemente la mejor forma para su próxima vida, la encarnación o la encorpulación entre los seres terrenales fuera de la ‘recompensa kármica’.

Por ejemplo, la encarnación como un perro doméstico puede ser preferible a la humana. Se pueden dar miles de argumentos que demuestran por qué algunas almas lo prefieren así: el perro doméstico está menos influenciado por el remodelado de adaptación, tiene más lealtad, pureza, bondad y es capaz de sacrificarse en mayor grado. Así, el destino de un buen perro, caballo, vaca u otro animal de marca sacrificial puede ser más elevado que el destino de un hombre. Pero a su vez, el destino del hombre también es más elevado, es capaz de hacer más que un perro. Tal es la mirada no univoca de la encarnación.

¡El alma, en su siguiente vida, puede aceptar la imagen de un buen animal sin que ello suponga un retroceso en su desarrollo espiritual!

BAJO LA EJIDA DE PRONOIA, LA ENCARNACIÓN SOLAR NO SUPONE EL DETRIMENTO DE LA MONADA ANTERIOR (HUMANA), SINO EL DESARROLLO DE LA DIVINIDAD EN ELLA.

Otro ejemplo: También el alma puede preferir la encarnación en un delfín. Este es un ser absolutamente superior al hombre, inmaculado, exquisitamente bondadoso, sin ningún mal ni lujuria. El alma dice que ya no quiere llegar a una megápolis europea para ser contratado como un miserable funcionario tesorero-tenedor de libros, con su familita, y tolerar sus cruces familiares. No, ella quiere simplemente ser un delfín nadando en mar abierto, sirviendo al ser humano.

En la versión farisaica del cristianismo, la reencarnación es rechazada. Tíbet la comprende como la metempsicosis (transmigración de las almas). La imagen cátara de la reencarnación presupone un camino ascendente. Muchas almas deciden no quedarse en los cielos mientras haya otras que estén sufriendo en la Tierra. Anhelan multiplicar la experiencia de su pasional y traer consigo al menos unas “compañeras de viaje”, liberar cuantas más almas de la esclavitud de Satanás. Ellas saben absolutamente que el Padre no las va a abandonar.

La perspectiva de la reencarnación hace al alma valiente. Éste permanece en una dinámica incesante, ascendente y descendiente, hasta que no sea liberado todo su potencial divino y hasta que la última alma no se libere de las redes de Lucifer saliendo así de los marcos adormecedores y rutinarios de la “eternidad”.

                 Fuente: Artículo extraído a partir de los libros y teorevelaciones de Juan de San Grial

 

 

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