Existen dos miradas al corazón. La primera es superficial, verlo como una simple bomba mecánica. Entonces inevitablemente miraremos al ser humano como un bio-robot al servicio de ciertos intereses. Pero existe otra, la mirada profunda, espiritual: mirar al corazón como a un gran sol potencial que podrá un día iluminar el mundo entero.
Cuando el ser humano es concebido, lo primero que se ve de él es un pequeño corazón. Y en un instante, se da una chispa divina y el alma se hace uno con él, ¡un solecito latiente! Y se escucha su melodía que está en perfecta sinritmia en el coro del Univérsum. A partir de este latido se irá desarrollando la cabecita, el cerebro (y no al revés) y el resto del organismo. Pues el corazón es el que organiza la vida.
Como órgano es infinitamente generoso y misericordioso. Trabaja sin descanso, guarda memoria, dialoga con cada célula, calcula y envía especialmente la sangre allá donde hace falta, donando sus células sanas a zonas enfermas. ¡Es el perfecto alcalde o presidente que todos quisiéramos tener en nuestro país! Es la imagen de los ancianos blancos que cuidaban de sus pueblos. Y al igual que el sol emite pulsaciones de luz y calor en forma de torbellinos dadores de vida, también el corazón pulsa los flujos sanguíneos en forma de torbellinos-corros sanadores.
Buenos y puros pensamientos, buenas y armoniosas palabras, actos de bondad por el prójimo. Esto alimenta al corazón. Dale bondad y se ensanchará, será capaz de abarcar a más prójimos, tendrá impulso y alegría para la vida. Y bailará feliz en el corro de los corazones y mundos bondadosos. Al contrario, el mal lo oscurecerá robando su vida. ¿Cómo trabajará mi corazón si el miedo lo encogió y el egoísmo lo secó? ¿Qué bombeará si está envenenado por el juicio? El hombre rencoroso se mata a sí mismo.
Los antiguos pueblos pacíficos, a diferencia de muchas ciencias actuales en las que todo se estudia por separado, no entendían un astro apartado del universo. Del mismo modo comprendían que el corazón espiritual está unido con finísimos hilos de plata con otras estrellas y mundos, con la naturaleza, con los prójimos vivos y con aquellos que ahora habitan en la dimensión de la eternidad. Decían “En el interior del corazón hay tantos castillos, altares, velas milagrosas, en él habitan un número interminable de héroes de Minné de todos los tiempos. En el corazón vive y habla misteriosamente la divinidad, la voz de la conciencia.” Por eso cada ser humano es tan valioso, y cada ser vivo.
Hoy en día el ser humano ha perdido la sinritmia con Arta, las leyes del Univérsum (sabiduría, amor, bondad, pureza…) y el corazón espiritual no recibe alimento. La vida cardiocéntrica se ha sustituido por la vida en torno al racionalismo y los placeres. El sol espiritual se apagó. Y el microcosmos personal se ha manifestado en el macrocosmos de la Tierra: guerras, calamidades, enfermedades incurables… Quedaron atrás las civilizaciones que adoraban y vivían con el Padre Sol. Y la voz de la Mujer Envuelta en el Sol, a pesar de que habla durante siglos sin cesar, no es escuchada. La oscuridad individual ha tomado escala planetaria.
La llegada del tiempo de la luz y del bien depende de forma directa de la iluminación de un número suficiente de corazones-soles. Por eso en los tiempos difíciles la Sabiduría divina ha enviado a la tierra a los candiles: Cristo, Buda, Mahoma, Maní, Zoroastro…Sus corazones resplandecían como astros mayores y de forma natural se organizaban a su alrededor los corros de los que querían encenderse con la luz divina y alrededor de ellos otros corros.
Pon el oído en el corazón, suena pom-pom como si llamara a la puerta de lo interior. “Vuelve, niño mío, al ritmo del Universum luminoso”. Igual que para el niño recién nacido el latido de su madre le da la seguridad y referencia en el mundo, la HUMANIDAD de hoy que corre peligro, NO PUEDE COMPRENDERSE EN AUSENCIA DE SU MADRE DIVINA que está dispuesta a darnos nuevo nacimiento como divinidades y cambiar nuestro destino. A condición solamente de escucharla y seguirla. Cerca del fuego de Su amor la mechita prende tan fácilmente…¡Enciende, humanidad, tu corazón! y se disipará cualquier oscuridad, hallarás la conciencia-solar, el corazón se hará nuevo y ardiente. Y podrás abarcar la Tierra y brillar para miles de mundos.
Maravilloso y muy claro artículo. Que miles de corazones se enciendan y que con su pom pom se extienda a todas las almas de la tierra y después a otros mundos que esperan la ayuda de la tierra